Dir: Ulrich Seidl | Int: Georg Friedrich, Florentina Elena Pop, Hans-Michael Rehberg, Marius Ignat, Octavian-Nicolae Cocis | Austria, Francia, Alemania 2022 | 99 min.
Por Juan
Ulrich Seidl es maestro en el arte de poner encima de la mesa esos temas tabú que nuestra rica y occidental sociedad no quiere ni ver. Esta vez, Seidl nos incomoda con un retrato contundente y muy bien armado de un pedófilo que lucha constantemente contra sus deseos sexuales.
Parece que solo el tema tiene suficiente morbo, pero han hecho falta unas supuestas denuncias de mal trato a los niños actores, y de falta de información a las familias, para que surja la polémica. En el festival de Toronto la retiraron de la Sección Oficial. Pero aquí ha habido más huevos y sobre todo más coherencia. Que los jueces hagan su trabajo. Felicitaciones again Rebor y equipo! Porque el film es un peliculón que eleva el nivel la Sección Oficial del Zinemaldi.
Ulrich Seidl, en su línea de epatar con discursos monolíticos e imperantes, ha construido un personaje que, efectivamente, padece una parafilia hacia los niños. Pero aparte de sufrir ese "trastorno" (considerado así porque los que lo sufren pueden causar daño a terceros), Ewald (encarnado con maestría por un actorazo austriaco llamado Georg Friedrich, que ya ganó el Oso de Plata en 2017 por Wild) es también un ser humano, compasivo, empático, que visita frecuentemente a su padre y por supuesto con debilidades y defectos. No es un santo. Pero tampoco un monstruo. Ewald intenta ser normal, llevar una vida normal. Y Ulrich, en su bendita perversidad, contrasta a Ewald con los padres de los niños en el film, auténticos garrulos a los que nadie detiene por maltratar a sus hijos, ni han pasado por ningún test o control para ser padres, con los que no te atreverías ni a tomarte un café.
Seidl también hará que sintamos empatía por un viejo nazi que busca a su madre en los fatales últimos días de su vida... Sí, hay dolor, amor y ternura incluso en seres que han hecho o piensan cosas que provocan nuestro total asco o repulsión. Esta es su provocación.
¿Es esto una defensa de la pedofilia por parte de Seidl? En absoluto, por si hay algún anormal que quiere leer cosas que no están. El director deja bien claro que Ewald está siempre rozando el abuso físico y vulnerando la intimidad de los niños, y que sus prácticas son maquiavélicas para conseguir atraerlos... los encandila porque tiene arte para empatizar con ellos. En un momento del film me vino a la mente el famoso cuento de El Flautista de Hamelín, de los hermanos Grimm, cuando los niños danzan al son de las cantos y consignas "paramilitares" de Ewald, disfrazados de gladiadores y de dioses griegos.
Sparta es más bien la constatación de que hay personas que sufren la pedofilia, en muy distintos grados, y la sociedad no queremos saber nada, ni cuántos son, ni cómo tratarlos, ni cómo evitar que puedan ser una amenaza para los menores. Normalmente los tratamos de pervertidos, monstruos o criminales, incluso antes de haber cometido ningún crimen.
Hablando de crímenes, y viene al caso decir que la pederastia (atracción por los púberes de 13 a 15 años) era permitida y normal en la Grecia y Roma antiguas (dentro de la relación mentor-discípulo), mientras que la pedofilia (niños menores de 13) era motivo de la pena capital. No es gratuito que Ewald decida bautizar su "refugio", donde está a solas con los niños, con el nombre de Sparta.
Y casi no hemos hablado de la estética del film.. Una factura impecable, ni un solo artificio narrativo, puro guión y puro cine. Y ni una sola imagen que pudiera hacer pensar que no se ha tenido el máximo cuidado con los niños y con el tema.
Seidl sí que nos hace pensar, su cine nos da la vuelta a la cabeza. Es vital proteger a los niños, pero no solo de los pedófilos. También de la incultura, de la violencia, de los nazis, de la pobreza, de la homofobia y del abandono... De eso habla Sparta, amigs!
INPERDIBLE. Ojalá tenga un hueco en el palmarés de este Zinemaldia. Entonces, el jurado se merecería un premio al valor.
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