Ha sido un Zinemaldi geniale, maravillose e inolvidable... totalmente. Pero hoy no vamos a hablar de eso, sino del titular de este post.
Muchos sabrán a qué nos referimos. O al menos cualquier festivaler que se precie de serlo. Porque después de la maratón de películas del Zinemaldi, el comienzo del otoño y la vuelta al trabajo, te da una bajona severa. Se te cae la serotonina a los pies y languideces como una hoja...
Muchos sabrán a qué nos referimos. O al menos cualquier festivaler que se precie de serlo. Porque después de la maratón de películas del Zinemaldi, el comienzo del otoño y la vuelta al trabajo, te da una bajona severa. Se te cae la serotonina a los pies y languideces como una hoja...
Pero poco se ha habla de cómo mitigar eficazmente esta depre post-festival, tan aguda y tan poco tratada. Así que aquí os dejamos unos cuantos tips para suavizar estos días difíciles.
Por cierto, si tienes alguno que te funcione, por favor, comparte.
1. Apaciguar el mono
El primer tip y más importante tiene base científica. Si pasas de ver 20 o 25 películas en 9 días, a no ver ninguna en meses, esto provoca un síndrome de abstinencia como el del que deja de fumar o beber. La vuelta a la droga, en este caso, no tiene efectos secundarios. ¿Qué hay que hacer? ver más cine, claro. No pasar de 100 a 0. Si vas al cine una vez por semana, es una buena dosis. Tu cuerpo y tu cabeza agradecerán volver a sentarse en una sala oscura, para dejarse sacudir o dormir por una película. Por cierto que no entendemos dónde se meten esos miles de espectadores el resto del año, que durante en el Zinemaldi devoran películas iraníes, checas y taiwanesas... ¿Dónde están? ¿En Filmin?
El primer tip y más importante tiene base científica. Si pasas de ver 20 o 25 películas en 9 días, a no ver ninguna en meses, esto provoca un síndrome de abstinencia como el del que deja de fumar o beber. La vuelta a la droga, en este caso, no tiene efectos secundarios. ¿Qué hay que hacer? ver más cine, claro. No pasar de 100 a 0. Si vas al cine una vez por semana, es una buena dosis. Tu cuerpo y tu cabeza agradecerán volver a sentarse en una sala oscura, para dejarse sacudir o dormir por una película. Por cierto que no entendemos dónde se meten esos miles de espectadores el resto del año, que durante en el Zinemaldi devoran películas iraníes, checas y taiwanesas... ¿Dónde están? ¿En Filmin?
2. Estar atentx a los estrenos de las pelis que no viste
Casi matas por conseguir tu entrada para esa peli que querías ver, en esa plataforma infernal que borra tus reservas cada 6 minutos, y cuando la estrenan, ¿te importa lo mismo que ir a comprar pan? Cariño, muchos de los films que vinieron al Festi y no pudiste ver, se estrenan. Mira este blog y no se te pasará ni una ;)
3. Ir al cine solo o acompañado
Es un planazo. Y luego, hacer un cinefórum de barra de bar, con unas cañas y unos pintxos . Y, además, noticia: la entrada te va a costar lo mismo que en el Festi.
4. Tabakalera existe
Aunque sea un lugar raro, en Tabakalera hay ciclos de cine todo el año (Nosferatu), coloquios con realizadores, y más eventos culturales relacionados. Muchos de ellos o casi todos, allí, en Tabakalera. Tienen taquillas y venden entradas y todo... Y a precios democráticos. Incluso hay una sección del Zinemaldi.
5. Ver menos series y más pelis
Aunque sea en casa. El cine tiene un lenguaje propio, que no tienen las series. Sobre esto se podría escribir una tesis... Antón dice: con las series tengo la sensación de estar perdiendo el tiempo. Y yo suscribo. El cine también puede ser un pasatiempo, pero normalmente es mucho más (leer el final).
6. Irse de vacaciones a un lugar cálido
No hay depresión que no curen unas vacaciones, eso es así.
7. Ir a otro Festival y comparar
Sitges, Seminci en Valladolid, y los festivales de Sevilla y de Alcalá de Henares... Todos son ahora, en octubre y noviembre. ¿Miramos hoteles?
8. Escuchar bandas sonoras de las pelis del Festi
Puede sonar un poco creepy, pero las músicas de muchas bandas sonoras te transportan rápidamente a momentos de este Zinemaldi.
9. Aplaudir al final de la película
Imagina que antes de empezar o al terminar la película te pones a aplaudir. Eso sí que va a ser muy creepy, friki y extraterrestre. En esta ciudad donde todo es tan políticamente correcto, hay que poner un poco de palmas. No sé si tuvisteis la suerte en alguna proyección de escuchar a uno que hacía palmas a contratiempo, como si estuviésemos en un tablao... Fue tronchante y liberador. Un poco de humor nos va bien, que aquí todo nos lo tomamos como una religión.
10. Quedarse hasta el final de los créditos
Me gustaría saber en qué momento las salas de cine empezaron a encender las luces al fin de la peli y el comienzo de los créditos. Se lo he preguntado a Chat GPT y no lo sabe. Señala la teoría de que esta funesta costumbre de verdaderos haters del cine, podría haber comenzado con la digitalización de las salas a finales del milenio. O sea, hace unos 25-30 años. Si tenéis hipótesis más sólidas, por favor, compartid.
Me gustaría saber en qué momento las salas de cine empezaron a encender las luces al fin de la peli y el comienzo de los créditos. Se lo he preguntado a Chat GPT y no lo sabe. Señala la teoría de que esta funesta costumbre de verdaderos haters del cine, podría haber comenzado con la digitalización de las salas a finales del milenio. O sea, hace unos 25-30 años. Si tenéis hipótesis más sólidas, por favor, compartid.
Bueno, pues esto es una reivindicación, una protesta con poquita fe, un deseo peregrino: que las salas de cine permanezcan a oscuras hasta el final de los créditos. Ese momento de digestión de la historia que acabas de ver es básico, que te encienden las luces y te pillan con el kleenex y los ojos hinchados, o impactado tras ver Sirat, por favor, un respeto al espectador. El que quiera irse, que se vaya. Y dejadnos a los demás disfrutar de la proyección hasta el final. ¡Apaguen la luz, joé!
Desplechin recoge en su docu ficcionado Cinéfilos algunas interesantes reflexiones sobre el cine. Y una con la que estoy muy de acuerdo es que el cine nos ayuda a vivir mejor, a reapropiarnos del mundo, a reconciliarnos con él.
Y añadiría que el cine nos sana porque podemos ver que la realidad se puede crear y proyectar, como una suerte de ilusión que nos mantiene vivos.
Por cierto que hablando de Cinéfilos, no os perdáis Nouvelle Vague de Linklater cuando se estrene. Ni ninguna otra de nuestras inperdibles ;) ¡Hasta el próximo Zinemaldi! O hasta la semana que viene en cualquier cine...

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