Crítica de la película LA RECONQUISTA, la impronta de un amor adolescente, material poético para un film fresco y sincero...

Dir: Jonás Trueba | Inter: Francesco Carril, Itsaso Arana, Aura Garrido, Candela Recio, Pablo Hoyos | España 2016 | 108 min | ****

Por Juan
La reconquista comienza con el encuentro de una ex-pareja que hace tiempo que no se ve. Enseguida entra la noche en Madrid, durante las fiestas navideñas. Ella habla mucho y él parece distante. Ambos quieren ser educados, ella quizá quiera algo más. Cámara plantada, sin movimiento. Y largas escenas de diálogos. Pero a través de esas conversaciones, la relación va cobrando cuerpo y la película nos va ganando poco a poco. Los personajes empieza mostrar muy pronto sus inseguridades, y cada vez más se dejan llevar por esa marea que se ha creado entre ambos, y que les lleva a un concierto del padre de ella. En un pequeño local está actuando un poeta del rock (el singular cantante donostiarra Rafa Berrio, que hace de sí mismo e interpreta sus bellas canciones, que, por cierto, tendrán su peso en la narración). Y con la lírica de versos arrastrados en la voz de Rafa, el film cobra otra dimensión más poética y profunda.  Le sucede una escena maravillosa, para mí la mejor, cuando quieren alargar la noche y acuden a un local clandestino, no para tomar drogas y escuchar música trance, sino para bailar lindy hop. Y esto da un pista del mundo naif en el que habita La reconquista y sus personajes. Una inocencia que va a favor de la historia, que, al fin y al cabo, habla del eco del primer amor adolescente. ¿Puede haber algo más naif, pero a la vez con más impronta?
Tampoco es una obra redonda. Varias escenas parecen la escena final. Por ejemplo, en el plano-secuencia de la moto. Más tarde, también parece resolutivo el plano en el que se queda dormido mientras la novia le sujeta la mano. Pero ahí tampoco van los créditos. Y comienza un inesperado flashback. Y dentro del flashback también hay varios falsos finales, porque Jonás Trueba estira la historia hasta atar todos los cabos. y los ata bien atados. Nada es gratuito. Pero esa cadena de epílogos acaba resultando algo reiterativa, o al menos, desconcertante. Todo lo demás, son grandes aciertos. Esperamos que sea tenida en cuenta por el Jurado de la Sección Oficial, por su honestidad y frescura. Le deseamos suerte.