Por Anton
John Carney es el que hizo aquella película que arrasó hace algunos años, sobre dos músicos callejeros, y titulada Once, perdidos en Dublín. Creo que fui el único al que no le hizo gracia. Bueno pues ahora vuelve con Sing Street, pero la verdad es que ésta si me ha gustado. Es acerca de una pandilla de post-adolescentes, estudiantes en un estricto centro llevado por curas católicos, bastante amargados, que tontamente, comienzan a hacer música. La verdad es que la película no tiene gran cosa, es lo opuesto a lo pretencioso, y todo lo que cuenta es de lo más normal en gente de esa edad, primeros escarceos, familias desestructuradas, jovencitas que parecen lo que no son, etc. etc. pero en conjunto tiene una frescura y una falta de solemnidad, que resulta de lo más estimulante. No es una gran película, ni lo pretende, pero comunica mucho más, que muchas otras que si se lo creen. Una gozada.
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