Int: Martin Freeman, Ian McKellen, Richard Armitage, Aidan Turner, Luke Evans, Orlando Bloom, Benedict Cumberbatch
EEUU 2013 / 160 min.
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En El Hobbit: La desolación de Smaug, el ritmo de la aventura es mucho más ágil que en la primera parte El Hobbit: Un viaje inesperado. Se introducen nuevas subtramas y nuevos personajes, y se explican puntos claves de la historia como el origen de Sauron. Pero, sobre todo, nos preparan para la gran guerra entre el bien y el mal, que tendrá lugar en la 3ª parte.
En este conflicto entre multitud de bandos y razas, algunos personajes de la primera parte, como Thorin Escudo de Roble, Rey de los enanos (Richard Armitage), adquiere trazas de héroe (con su lado oscuro, que es lo que le da atractivo). También aparecen nuevos paladines y criaturas como Bardo "El Arquero" (Luke Evans), heredero del Reino de Valle; o Smaug, el dragón más poderoso de la Tercera Edad, desolado y filosófico, Señor de la Montaña Solitaria, que habla con la ironía de Oscar Wilde y la voz de Benedict Cumberbatch; un dragón con más fuego en sus palabras que en sus fauces.
Pero ¿qué ha sido del verdadero héroe de esta historia? El hobbit Bilbo Bolsón (Martin Freeman). ¿No se ha quedado pequeñito, disminuido entre tanto aspirante a gobernar la Tierra Media? Bilbo parece seguir siendo el único que piensa del regimiento de enanos. Pero además de perder foco, ha perdido inocencia y gracia, y, aunque no lo sea, parece más tonto que alguno de los enanos.
Hay dos escenas soberbias en la película: el barril-rafting con una batalla a tres bandas entre enanos, orcos y elfos, y la escena de Bilbo y Smaug.
Habrá que esperar a las navidades de 2014 para ver la tercera y última parte de la saga. Una huevada, vamos.
(Importante: el 3D es una auténtica mierda. Podéis ahorraros esos euros y ver la versión 2D de toda la vida.)
J
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