Un guionista de Hollywood en plena crisis creativo-existencial, pasea por París con su novia pija y los padres de ella. Hasta aquí, el típico planteamiento woodyallenesco, muy presente en sus últimas cintas.
Sin embargo, el hechizo de Midnight Paris no está en el consabido enredo sentimental del alterego de Allen, interpertado con mucha sensibilidad por Owen Wilson, sino en cómo construye el "viaje" existencial del personaje, su particular odisea. Una idea mágica, un hallazgo que no veíamos en su cine desde La Rosa Púrpura de El Cairo.
Midngith Paris es un retrato impresionista de la ciudad y la historia de París, pero sobre todo, es un cuento delicioso sobre la nostalgia y la idealización de los mitos y el pasado. Un cuento que siempre conduce a la cruda realidad, al fin definitivo, al sinsentido que tanto espanta a Allen, y al que se enfrenta en Midnight París: intentamos siempre trascender de nuestra condición mortal de nuestro presente, buscando algo en otra época, en otro lugar, en otra dimensión, donde el tiempo se detenga y nos conceda un respiro inmortal y maravilloso. Pero ¿es real?
Es para mí una de sus películas más originales y paradójicamente melancólicas, sembrada con algunos gags del mejor Allen y algunas parodias que pasarán a la historia, como sus encuentros con Buñuel, Dalí y Hemingway. Desde luego, sería una pena que te la perdieras. INPERDIBLE.
J
Hombre, tanto como obra maestra¡¡¡¡
ResponderEliminarBueno, no he dicho que sea una obra maestra. Aunque lo tiene todo para serlo. Sólo le falta que pasen unos cuantos años y envejezca bien, y entonces, probablemente, lo sea.
ResponderEliminarAunque, ¿quién decide qué obra es maestra?
En mi opinión, si un film es un ejemplo único o casi único de Cinematografía, como es el caso de Midnigth Paris, es una obra maestra... in my opinion.