Por Anton
Película británica basada en una conocida novela de Julian Barnes, novela que no he leído. Es una historia intimista, que me ha enganchado desde el primer fotograma, en la que seguimos a Tony y a Verónica, paralelamente de jóvenes y de viejos, en la inconsciencia de la juventud y la poco estable madurez. Eso de que la vejez es plácida y estable, es un mito. Parece decir Barnes.
Es una película pausada, para nada aburrida, con unas actuaciones en estado de gracia. Jim Broadbent está maravilloso en un papel más bien antipático. Ritesh Batra sorprendió hace unos años con The Lunchbox, y parece que no era un espejismo. Demuestra con El Sentido de un Final que es alguien con criterio cinematográfico. Maneja la historia con mano de hierro y recrea un Londres alejado de la foto turística. Es una historia agradable de contemplar, aunque esconde en ella una mirada, poco complaciente, ante los recovecos con que nos sorprende a veces la vida. Una delicia.
Según dicen parece que la película no entusiasma a los que han leído la novela, como que la cosa está bastante suavizada, como yo era virgen, no la había catado, me ha gustado bastante.
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