Por Juan
Ruben Östlund crea personajes inusuales, pero con base en la realidad. El protagonista, Christian (Claes Bang) manager de un innovador museo de arte, representa bien el papel de hombre de éxito que sabe vender y venderse, y cuya principal valía es esta. Y por tanto, su imagen pública es crucial. El director sueco pondrá en muy serios aprietos la diplomacia de Christian, que dejará de dar la talla a partir de un incidente en el que le roban el móvil y la cartera.
En general, la colección de ineptos (morales) que habita la película de Östlund pone en evidencia a la industria del arte, donde todo es vacío. En la película hay muy buenos ejemplos de este perfil de artistas y creativos cantamañanas que venden humo y que juegan a transgredir límites para alcanzar notoriedad. La propia exposición titulada The Square es un supuesto canto al altruismo desde una ingenuidad increíble. Y esa ingenuidad se vuelve insultante en la actitud de Christian, que intentará sin éxito superar el encuentro con la cruda realidad, de la que se creía por encima.
La sátira de Ruben Östlund se despliega desde unos personajes y unas interpretaciones muy trabajadas. Todos ellos tienen algo que aportar y casi nunca es bueno u honesto: el funcionario diletante, el artista endiosado, todo habla de una élite gobernada por un falso altruismo que se convierte en chiste o en drama, cuando Östlund pone a estos seres en situaciones insólitas. Al menos una docena de secuencias te provocan una mezcla de indignación, angustia y carcajada; como la escena del condón con Elisabeth Moss, la del reparto de cartas por lo buzones, la del portal con el niño (Elijandro Edouard), la rueda de prensa a Dominic West, o la espectacular performance de la bestia (Terry Notary). Como digo, una sátira inteligente y brutal, y una de las diez películas INPERDIBLES de 2017.
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