**
Por Juan
Álex de la Iglesia declaraba estos días en un programa de TV que las películas no tiene que dar respiro al espectador, para que no le dé tiempo a preguntarse si la peli es buena o mala. Bueno, lo decía con sus palabras. Es cierto que El Bar tiene un buen ritmo y no da mucho respiro. Pero aún así, te preguntas más de una vez ¿para qué sirve todo esto? Y te lo preguntas porque El Bar acaba resultando reiterativa. Una vez que has descubierto la fórmula, sabes que todo irá en la misma dirección de convertir a los personajes en detritus humanos. Y como casi siempre me pasa con el cine de Alex de la Iglesia, el exceso de violencia, de maldad, de escatología, de esputo, de obviedad... lo que consigue, al menos conmigo, es el efecto contrario de lo que pretende, me acaba sacando de la historia.
No obstante, la película se mantiene con un ritmo muy potente casi hasta el final, donde los personajes, que por fin obtienen el elixir salvador, deciden esperar inexplicablemente, como cuando en las pelis malas de terror, la chica se queda parada en vez de salir corriendo.
Aviso para estómagos sensibles: no os la recomiendo. Mientras había gente que se reía a carcajadas, otros nos tapábamos los ojos... Pero sólo un rato, porque llega un momento en que la historia está tan pasada de rosca que no te la crees; y lo peor es que te da igual y estás deseando que desaparezcan los detritus y largarte del cine a olvidar lo que has visto.
Comentarios
Publicar un comentario
Déjanos aquí tu opinión, tu sugerencia, tu discrepancia... o simplemente, un saludo... No te cortes.