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Por Juan
Hay varios aspectos memorables en la segunda película de Tom Ford. La tensión insoportable de la larga secuencia del rapto es una de ellas. Otra es que la trama tiene que ver con una novela, donde las armas no son las dagas, el revólver o la soga, sino las palabras, y con ellas es posible hacer tanto daño como sea capaz de imaginar un buen y paciente escritor. El diseño de producción (vestuario, atrezzo, decorados) es otra de las bazas del film. Amy Adams parece a ratos un extinto animal nocturno, a veces cazadora, casi siempre presa, angustiada entre su visible fracaso matrimonial y la novela de un ex-marido que perturba sus largas y solitarias noches.
La herencia hitchconiana está presente en todo momento. El mundo de los objetos tiene un tratamiento particularmente brillante. Unas gafas de pronto pueden adquirir una importancia desmesurada. Los créditos iniciales, que era algo que también Hitchcock cuidaba de manera especial, aquí traspasan límites éticos y estéticos, provocando un sentimiento contradictorio en el espectador. No se te borrarán de la retina...
Un thriller psicológico magnético, de la mejor escuela clásica, pero con una cámara actual y maravillosamente obsesiva, que sólo podía ser obra de otro obseso de la imagen como Tom Ford. Tiene un final pérfido (y muy Hitchcock). Una de las películas de este año, sin duda. INPERDIBLE
Imperdibles,
ResponderEliminarno me convenció del todo, porque a pesar de la excelente labor actoral, los diferentes planos narrativos,presente,pasado y la acción de la novela terminaron por confundirme un poco.Hubiera preferido se hubieran centrado en el relato de la novela y nada más.
Un saludo