****
Por Juan
Melancólica, divertida, iconoclasta, cinéfila, modern... Un blasón del espíritu 'hipster' hecho con mucha gracia, buenos actores y un estupendo guión que no decepcionará a todos los que busquen en ella una historia conmovedora, pero contada desde un tono de comedia indie.
Los personajes de Me, Earl and the dying girl están diseñados todos con el mismo molde. Es una galería de frikis: la madre (Connie Britton) que quiere que su hijo llame a una chica enferma de cáncer que no conoce de nada; y ésta (Olivia Cooke) lo sube a su habitación; el protagonista, Gregg (Thomas Mann), que quiere ser respetado por todas las tribus del insti, pero al mismo tiempo no quiere perder su invisibilidad (qué buena metáfora de las relaciones de baja intensidad de las redes); el amigo Earl (RJ Cyler) y su mutismo natural; la madre (Molly Shannon) que coquetea con Gregg como si fuera un ligue; el profesor de Historia lleno de tatuajes (John Bernthal, conocido por la serie The Walking Dead), o el padre (Nick Offerman), que es el rey de los frikis de esta película.
Todos ellos pregonan su extravagancia. Y sin embargo, sus historias parecen estar muy aterrizadas en la realidad. Te acabas enamorando de estos seres 'tocados' y encantadores.
Lo mejor de esta clase de comedias es que consiguen hablar, desde una aparente superficialidad o tontez, de cosas de mucha trascendencia, como la enfermedad, la aceptación, la amistad...
No tienen desperdicio las películas-simulacro que Earl y Gregg perpetran, en su particular homenaje a las obras maestras del cine. Es un poco como le pasa a esta película que estamos comentando. De una historia melodramática, consigue hacer algo fresco, moderno y liberador, aunque parezca tonta. INPERDIBLE
Comentarios
Publicar un comentario
Déjanos aquí tu opinión, tu sugerencia, tu discrepancia... o simplemente, un saludo... No te cortes.