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Como bien decía un comentarista neoyorkino, tras revisar El crepúsculos de los dioses - ya no se hacen esta clase de películas – y creo que tiene toda la razón. Una obra tan poliédrica, con tantos lados, aristas y caras y unos personajes encarnados por unos actores, que lo mismo que los personajes que representan, fueron, pero ya no son. El film me hace recordar a las muñecas rusas que ocultan innumerables vertientes de una misma figura, el cine en este caso. No hace falta decir que Wilder, Swanson, Holden, Von Stroheim coincidieron en un momento mágico, haciendo una obra maestra inmortal. Gloria Swanson, que lo mismo que su personaje, Norma Desmond, había sido una estrella del cine mudo treinta años atrás, y estaba casi condenada al olvido, tuvo la bravura y la osadía de encarnar a uno de los personajes más fascinantes que haya sido diseñado para el cine, o el gran Von Stroheim que lo mismo que su personaje, Von Mayerling, había dirigido a la Swanson en Queen Kelly, que fue masacrada por el todopoderoso Joseph Kennedy, productor y amante de la actriz, en aquella época. Y como director, el incansable Billy Wilder, que con esta película, ajusta cuentas y dibuja un Hollywood totalmente alejado del glamour y el lujo, pero muy cercano al cine negro y de terror, aunque impregnado de un negro, negrísimo, sentido del humor. INPERDIBLE.
Como bien decía un comentarista neoyorkino, tras revisar El crepúsculos de los dioses - ya no se hacen esta clase de películas – y creo que tiene toda la razón. Una obra tan poliédrica, con tantos lados, aristas y caras y unos personajes encarnados por unos actores, que lo mismo que los personajes que representan, fueron, pero ya no son. El film me hace recordar a las muñecas rusas que ocultan innumerables vertientes de una misma figura, el cine en este caso. No hace falta decir que Wilder, Swanson, Holden, Von Stroheim coincidieron en un momento mágico, haciendo una obra maestra inmortal. Gloria Swanson, que lo mismo que su personaje, Norma Desmond, había sido una estrella del cine mudo treinta años atrás, y estaba casi condenada al olvido, tuvo la bravura y la osadía de encarnar a uno de los personajes más fascinantes que haya sido diseñado para el cine, o el gran Von Stroheim que lo mismo que su personaje, Von Mayerling, había dirigido a la Swanson en Queen Kelly, que fue masacrada por el todopoderoso Joseph Kennedy, productor y amante de la actriz, en aquella época. Y como director, el incansable Billy Wilder, que con esta película, ajusta cuentas y dibuja un Hollywood totalmente alejado del glamour y el lujo, pero muy cercano al cine negro y de terror, aunque impregnado de un negro, negrísimo, sentido del humor. INPERDIBLE.
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