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Por Juan
La directora francesa Justine Triet se lo ha llevado todo con su Anatomía de una caída (Oscar al Mejor Guión Original, Palma de Oro en Cannes, Globos de Oro, Bafta, Césars, Goya, etc.). Y coinciden crítica y público, que no es fácil.
Triet nos introduce poco a poco en un misterioso caso donde un hombre aparece muerto en la nieve, tras caer por la ventana. El guión tiene una estructura de hormigón armado, y está pulido al milímetro, con momentos verdaderamente maestros, tanto en la generación de expectación, como en la resolución sorprendente de giros. Tal vez, sobra un poco el epílogo, en una cinta con un metraje que supera ya las 2 horas y media.
El elenco también sobresale. Sandra Hüller, encarna a una madre, también de nombre Sandra, lo suficientemente autosuficiente y fuerte como para generar sospechas sobre su inocencia. El guión juega a mover al espectador activando creencias y prejuicios. El abogado defensor, Swan Arlaud, y el fiscal, Antoine Reinartz, ejercen esa lucha pendular de fuerzas, convirtiendo al espectador en jurado que se debate entre la inocencia y la culpabilidad de la acusada.
El hijo ciego, interpretado por Milo Machado, está en el medio, es los ojos del espectador, maravillosa metáfora, pues somos ciegos a lo que ocurre y nos vamos enterando al mismo tiempo que el chaval de información esencial para entender el caso.
Justin Triet también arriesga en la puesta en escena, especialmente en la disruptiva secuencia de la entrevista, con la música a todo volumen, un elemento que sembrará la intriga y alimentará los argumentos de los letrados durante el juicio.
Magistral e INperdible.
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