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Por Juan
Es como un capítulo extendido de la famosa y resplandeciente serie de TV. La narrativa es totalmente telefílmica, con muchos diálogos y poca acción pura. Eso hace que la visión en un cine se resienta un poco. Pero la producción, el vestuario, los maravillosos actores, los salones, la música, es todo tan majestuoso y carismático que te dejas mecer por las historias de la deliciosa familia Crawley y su entrañable servidumbre.
Todos los habitantes de la mansión Downton están revolucionados ante la inminente visita de los reyes de Inglaterra. La matriarca, estupenda y ya muy mayor Maggie Smith, brilla como siempre con sus agudos sarcasmos. Se desatan los nervios, las intrigas entre lacayos y hasta un romance, entre el antiguo cochero de la familia, Tom Branson (Allen Leech), y la supuesta doncella de la dama de compañía de la reina. Todo es muy british, muy aristocrático, pero con un ritmo muy actual y una cámara que recorre las estancias de la casa a gran velocidad descubriéndonos conversaciones secretas en pasillos y rincones, como ocurre en la serie.
Al parecer, Julian Fellowes, creador, guionista y productor de la serie, además del título de Baron Fellowes of West Stafford, pertenece a la Cámara de los Lores desde 2012. Su mujer, Lady Fellowes, es hija del Conde de Kitchener y consanguínea de la casa real británica, y además ayuda a su marido con los guiones de la serie. Y es que solo alguien que conoce muy bien el micromundo de la aristocracia inglesa, podría escribir historias tan creíbles y tan románticas, al mismo tiempo.
Julian Fellowes ha escrito guiones de películas muy conocidas, como The Tourist (Florian Henckel von Donnersmarck, 2010) o Vanity Fair (Mira Nair, 2004), y tiene un Oscar por el guión de Gosford Park (Robert Altman, 2011). También es autor del best seller Snobs, otra historia sobre la clase alta y su relación con la working class, que generó mucha discusión entre los críticos literarios. Y por si esto fuera poco, en los años 70 escribió numerosas novelas románticas bajo el seudónimo Rebecca Greville. ¿Se puede pedir más glamour "real"?
Dowton Abbey es una gozada, es como un paseo por la campiña inglesa imaginando cómo fue la vida en sus mansiones al final de la década de los felices años 20 y en el final también de un mundo que empezaba a desmoronarse.
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