Dir: Bartosz M. Kowalski | Inter: Michalina Swistun, Nicolas Przygoda, Przemek Balinski | Polonia 2016 | 82 min. | ****
Por Juan
Ayer, cerca de 200 personas abandonaron el Kursaal 1 en la escena final de Plac Zabaw, una ópera prima que, más bien, parece un misil de realidad no apto para todos los estómagos.
El director de la película comentaba en la rueda de prensa posterior a la proyección, que entiende la reacción emotiva del público, porque las imágenes son difíciles de soportar por su violencia. Precisamente, explicaba Bartosz, las tomó en plano general largo y sin elementos de edición, en un tono casi documental, para mostrar el horror de los actos perpretados por los dos niños protagonistas. Lo que aparece en pantalla está lejos de nuestra vista, pero, por su realismo, está muy cerca de nuestros umbrales de horror, cada vez más bajos por cierto. Bartosz M. Kowalski confesó que decidió escribir este guión, después de leer acerca de un antiguo crimen que dio la vuelta al mundo, el asesinato de James Bulger, un niño de 2 años, a manos de otros dos, de 10, en Liverpool en 1993. Aquellos sucesos provocaron en Bartosz infinidad de preguntas que no podía responder. Y con su película traslada esos interrogantes a la platea, incapaz también de responderlos con la razón, porque la razón no puede explica esa clase de violencia tan maligna y fría. Por eso, a mucha gente sólo le quedó la opción de salir corriendo de la sala, despavorida.
Hay otra escena que rompe el tono y que intenta apaciguar a los espectadores más inquietos explicitando la condena de la sociedad. Pero a pesar de ella, por su valentía e inteligencia, por el plano-secuencia más impactante y realista que se ha visto en el cine en años, y por denunciar un mundo en el que cada vez hay más niños que acaban convirtiéndose en monstruos, por mucho que no queramos mirar, Plac Zabaw / Playground se merecería estar en el podium del 64 Zinemaldia. INPERDIBLE
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