Género: Teatro al aire libre e interactivo
Dirección: Fernando Bernués e Iñaki Rikarte
Adaptación y traducción: Patxo Tellería
Duración: 180 minutos
Es teatro puro, perfectamente cronometrado y organizado, porque tiene el desafío extra de un público que forma parte de la obra, y que se desplaza por 11 localizaciones del parque Cristina Enea, que son 11 escenarios oníricos. Cuentan por ahí que, más allá del 24 de julio, tal vez se retome su representación en 2017. Soñamos con ello...
CONTIENE SPOILERS
Por Juan Egia
A las 20:15h llegamos al parque Cristina Enea. Muy puntuales, porque estamos ansiosos por unirnos a la cola de los 250 invitados. ¡Es la boda del año! El tiempo no puede ser mejor. El cielo despejado, 23 grados de temperatura... Pronto se abren las puertas y nos hacen entrega de una banqueta-bastón (sorprendentemente práctica) y una hermosa cesta de picnic. Un cuarteto de cuerda (Musikene) orquesta la noche; la música nos introduce en el ambiente de una celebración muy especial. Suena La Barcarola de Offenbach y hasta Juego de Tronos.
Demetrio, el novio (Gorka Otxoa) y Egeo, el padre de la novia (Isidro Fernández), nos reciben al entrar y nos invitan a disfrutar. Y cuatro de los camareros (Ramón Agirre, Josean Bengoetxea, Mikel Laskurain y Jose Ramon Soroiz), prometen convertirse en los cómicos del banquete, y nos sirven elixir del amor, que refresca nuestras gargantas. Todo sucede muy rápido, como en las bodas de verdad.
Uno de los camareros más jóvenes nos explica cómo se des-menu-za el menú mágico que contiene la cesta, compuesto por 3 ensaladas que representan la mirada, el beso y la pasión. Los sabores explotan literalmente en nuestros paladares. Un equipo de vídeo está entrevistando a los invitados y nos llega el turno. Les contamos que venimos de parte del novio... risas... y les deseamos que su matrimonio sea como un cuento de hadas, incluidas las perdices. En unos minutos nos hemos sumido en la fantasía, la gente ríe y disfruta aceptando encantados el rol de invitados al ágape nocturno. Nos vamos haciendo con el sistema de posavasos, con los envases de las ensaladas mágicas, partimos el pan en forma de corazón, nos sirven un jugoso cordero asado, y su sabor nos deja saciados, pero con sitio para un postre de pastel de manzana que todavía me hace salivar. Pero estamos ávidos de más. Y no sabemos aún todo lo que nos espera.
Y arranca el enredo argumental con la boda de Hermia y Demetrio, los personajes de la obra El Sueño de una noche de verano, adaptados a la época y lugar. Hermia, la novia, (Aitziber Garmendia) no sólo no dice sí quiero, sino que hace una revelación impactante. En realidad, ama a Lisandra -Lisandro en la obra original- (Miren Gaztañaga), con la que se fuga montada en una Lambretta. Tendremos que seguirles por el bosque y dar con ellos, porque Egeo, Demetrio y la Alcaldesa (Ane Gabarain) nos piden ayuda para la batida nocturna. Y ya está todo servido para un juego de metateatro muy bien hilvanado, que danza con gracia entre la alta comedia de Shakespeare y una parodia actual.
El parque se convierte en el personaje principal de la obra, camas en los árboles, espejos gigantes donde cantan coros de misteriosos niños... Oberón (Joseba Apaolaza), Titania (Iziar Atienza), Puk (Aitor Beltran) y su corte de hadas nos descubren el poder de sus pócimas.Y nosotros nos dejamos arrastrar por el bebedizo y por la locura de bailarines del sueño que abren puertas, y de hadas embrujadas que cantan serenatas y tocan el violín, y de un quinteto de viento que aguarda en la oscuridad, y las voces, más profundas, que cantan en la noche acompañando nuestra procesión. La de los invitados, que, con nuestro candil, seguimos las peripecias de los personajes hasta el cedro libanés del parque, completamente hechizados por la obra, con el deseo de que nunca se acabe.
Los cuatro comediantes, tan osados como nosotros, se han adentrado también en el bosque y se burlan de Shakespeare. Pero ignorar que están expuestos a las pócimas del travieso Puk, dispuesto a vengarse de estos "asnos" eligiendo una nueva víctima de su magia.
Avanzamos hasta la campa más elevada del parque. Los murciélagos sobrevuelan el escenario de un lecho gigante, en una noche de luna casi llena. Los olores intensos de los árboles y las plantas, que sólo atisbamos, nos conducen al último escenario del sueño.
Cuando la trama parece resuelta y se acerca el final, aún nos aguarda una sorpresa en el lugar donde empezó todo, en la fiesta nupcial, y donde ahora bailan los invitados...
Pero ya he contado bastante. Como toda buena historia, ha de cerrarse... Y si es después de haber comido, reído y soñado, mucho mejor. ¿Qué más podríamos pedir? Quizá, que El sueño de una noche de verano se prolongue un poco más, como los buenos sueños.
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