Por Anton
Jean-Paul Rappeneau ha decidido pasárselo bien con esta saga familiar, que no lo parece, por lo menos al comienzo, que a través de la venta de la casona familiar, con especulación y trampas de por medio, el hijo mayor, residente en China y a punto de casarse con una nativa, decide tomar cartas en el asunto, lo que hace que nada sea como en principio preveía. Es una divertida sátira con un guion endiablado, por sus continuos giros y con un plantel de actores estupendo. Rappeneau es un director clásico, que no dirige demasiado, nueve títulos en casi sesenta años, que parece ser que fue denostado por Cahiers du Cinema, pero autor de esplendidas películas como Cyrano de Bergerac. Con Grandes Familias demuestra que sigue en magnífica forma, en mucha mejor forma que algunos llamados autores.
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