
España 2014 / 124 min
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El título del documental nos da la clave sobre lo que vamos a ver. La voz de Antonio Vega, su vida, contada por otras mil voces, perseguidas y encontradas en películas de Super 8mm, declaraciones a su biógrafo, en entrevistas actuales a sus allegados, familiares, exmujer, amigos, compañeros de profesión, etc.
Paloma Concejero ordena esta profusión de voces y amalgama de materiales y monta un documental de más de dos horas con una coherencia narrativa admirable. Su homenaje al artista destila nostalgia y dolor. Y consigue traspasar a la sala el carisma de un ser que no era de este mundo. Ahí residen, a mi juicio, los méritos de la realizadora.
En contrapartida, su película va componiendo la vida de Antonio como un puzzle. Pero cuantas más piezas se colocan, más desdibujada parece su figura. Si el hombre y el artista eran algo inseparable, muchos se preguntan, algunos indignados, ¿cómo es posible que este documental planee por su faceta artística y no profundice en sus influencias musicales, su proceso creativo, su legado, su público?
Yo también me he quedado con las ganas de desentrañar algunas claves de su vida (no tanto las artísticas). Y me han sobrado otras secuencias y personajes, aparentemente anecdóticos. Pero Paloma Concejero decide, creo que acertadamente, centrarse en la personalidad de Antonio y en su zozobra vital, sacudida una y otra vez por el tsunami de la heroína. Un ser frágil y atormentado, con un deseo angustioso de reconocimiento que le condujo a terribles calvarios, y que, al mismo tiempo, le sacó de todos ellos.
Todos los que le conocieron parecen coincidir en una cara del poliedro. Era un ser inteligente, enigmático y cautivador, y todos le querían, y todos le consentían. Y yo me he preguntado cien veces desde que vi la película ayer, ¿cuántos consiguieron comprenderle, 'verle' realmente? Como canta en su tema 'Esperando nada': "Y pasó tanta gente por delante que nadie me vio".
Esa soledad creo que debió acompañarle toda su vida. Antonio Vega intentaba conectar con el mundo y comprenderlo a través de su obra, de sus preciosas canciones. El artista incomprendido, sí. Parece un tópico sin ninguna gracia. Y no la tiene. Él buscaba desesperadamente un reflejo. Y quizá por eso miraba los anillos de Saturno con esperanza, aguardando la humanización de los planetas. INPERDIBLE.
J
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