Int: Brad Pitt, Jessica Chastain, Hunter McCracken, Sean Penn, Laramie Eppler, Tye Sheridan
EEUU 2011 | 138 min.
La mayoría de los críticos han colgado en El Árbol de la Vida grandes epítetos: imponderable, épica, mágica, visionaria, monumental, sublime, obra de arte…
Mientras unos quieren elevarla al rango de obra maestra, otros opinan que es el gran fraude cósmico. Realmente, es un film abierto a muchas interpretaciones y no me extraña que cree tanta controversia. En mi opinión, las ramas de El Árbol de la Vida son fuertes, pero no sé si tanto como para soportar el peso de tantas expectativas.
Dejando a un lado el debate, el film de Malick tiene muchas pretensiones y eso, en parte, no es bueno: la peor de ellas es la de querer trascender, en una suerte de discurso filosófico-religioso-existencial. Pero tener pretensiones también tiene su lado positivo, que, en este caso, es atreverse a contar una historia de una manera nueva, aunque el resultado sea irregular.
The Tree Of Life está dividido en 3 actos. El primero es el origen del Universo, con el Big Bang, el nacimiento de la vida, los dinosaurios, etc. De ahí, pasamos al nacimiento de Jack en el seno de una familia de clase media de los años 50 en EEUU, que es el arranque de la historia de su familia. Y por último, viajamos a un lugar mucho más “espiritual”, con el encuentro de las almas en una especie de “limbo”.
La segunda parte, que dura unos 90 minutos, es sin duda la que más transmite, la más interesante y la que contiene la verdadera trascendencia del film. El tercer acto (15 min) es mucho más pretencioso y tiene un tono “cocooning” que pita mucho.
Pero volvamos a la historia de Jack, el primogénito de una familia de 3 hermanos, con un padre que castra severamente la libertad de sus hijos, y una madre volcada en el segundo de los hermanos. Malick capta imágenes asombrosas con su gran angular, con las que construye las escenas clave de la familia. El resultado recuerda un poco a Dreyer en Ordet, salvando las distancias: personajes extasiados que pronuncian frases al viento, mientras se mecen los campos y los pájaros cantan con el atardecer. Pero se ve mejor que suena. Y es mucho más inquietante.
Malick logra atraparnos con la frustración del Jack, un niño que no alcanza a comprender la vida ni el comportamiento de sus progenitores, después de su particular Big Bang: el nacimiento de su hermano menor. Incapaz de aliviar la quemazón de los celos y envenenado de furia contra el padre, Jack arrastrará toda su vida ese sentimiento de colisión con los otros. Cuando alcanza la madurez (Sean Penn) se da cuenta que necesita reecontrarse con su pasado y con el niño que fue para darle sentido a su vida.
Para analizar el resto del film, quizá esperemos a ver la versión del director, que dicen que dura 6 horas, por si descubrimos alguna nueva luz, o quizá comprendamos que el Universo es un caos de gran belleza, al igual que el film de Malick.
J
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