Por Anton
Albert Pintó codirigió Matar a Dios, hace un par de años. No llegué a verla, pero tuvo su impacto. Ahora ya en solitario ha llevado a cabo Malasaña 32, que me ha parecido de lo más destacado en cine de terror que se hace por aquí. La parte central del film, se alarga un poco, pero tanto el comienzo, y sobre todo el final son ejemplares.
La película rehuye los sobresaltos, aunque también los tiene, y construye una historia de fantasmas clásica, casa poseída por fuerzas extrañas, que cumple de sobra con lo que se propone. Esto es, entretener, aterrorizar y de paso pasarlo bien. Con ingredientes, bien utilizados, como teléfono que suena sin tener linea, misteriosos seres tras ventanas con visillos, etc. etc. Con un plantel de actores que cumplen con creces, a destacar Begoña Vargas en el papel de la hermana mayor. Una película que no es un derroche de producción, pero que es resultona y creo que bastante conseguida.
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